viernes, 20 de julio de 2012

Día 14. El cansancio

El ritmo de la escuela es duro y tantos días de presión, estrés, contrarreloj y falta de sueño empiezan a pasar factura física y emocionalmente.

Tenemos ocho horas diarias de clase. La mitad del tiempo estamos observando la demostración que realiza el profesor, tomando notas de lo que dice y hace para, en las otras cuatro horas, ponerlo en práctica en la receta del día. Todos los apuntes además entran en un examen teórico final.

Pero ciertos días, algunos de nosotros pasamos otras tres horas y pico más practicando en el aula de repostería. Llevamos nuestros ingredientes y tenemos a nuestra disposición los equipos y utensilios que usamos habitualmente. Aunque es una experiencia muy frustante porque a veces fallamos, por la calidad de los ingredientes, un error en la elaboración o en la cocción,... la verdad es que cada fracaso hace más frustante el madrugón.

Yo esta semana he ido tres mañanas a prácticas, de 8 a 11,30 horas.Así que entre clases y prácticas, habré pasado en la escuela unas cincuenta horas esta semana. Lo que añadido al tiempo que diariamente invierto en transporte (unas tres horas al dia, os lo prometo, Madrid me mata!) deja poco margen para algo más.

Llego a casa tan tarde que me queda poco tiempo, y energía, para hacer algo más que ordenar lo que he usado en el día (ingredientes de las prácticas, postre que hemos preparado aquel día, preparar la cena y el almuerzo del día siguiente), lavar el uniforme si hace falta, actualizar el blog, revisar el correo, resolver algún tema de trabajo que no puede esperar hasta que regrese a casa. Y a dormir... Bueno, dormir tampoco mucho: esta semana he dormido una media de 5 horas diarias

Hoy estoy agotada, me he levantado a las 5,30 y he acabado las pilas después de comer.

Entré en clase a las 16,30 con intención de preparar una tarta Saint Honoré pero a los diez minutos meto la pata preparando una pasta choux. Meto un huevo en el cazo de la harina tostada, y se cuaja. Debía haber cambiado la harina a un bol a temperatura ambiente, antes de agregarle ese huevo. El traspiés me va a demorar respecto al resto del grupo. De puro agotamiento, e impotencia por la falta de concentración,  me pongo a llorar. Por suerte el chef y los compañeros me apoyan. Me recompongo como puedo y sigo trabajando, más centrada que nunca, intentando recuperar el ritmo y situarme en línea con los demás. No hay tiempo para más. Tres horas más tarde, entrego mi tarta (a tiempo, pero de las últimas), pido disculpas al chef por la situación y me comprometo a hacerlo mejor al día siguiente. La tarta no salió del todo mal y de hecho, salvo el error de la pasta choux, lo demás (cremas, decoración) no me ha resultado complicado ni el día ha sido de los más estresantes que hemos vivido en la escuela. Simplemente no era un buen día para mí.

En el vestuario cambio mi tarta por un pollo relleno, a una compañera que estudia el Básico de Cocina. Son las 20,30h y llevo más de doce horas en la escuela. Recojo mis cosas (ingredientes que han sobrado de la semana, uniforme para lavar, apuntes, el pollo relleno, etc) y emprendo el largo camino a casa...

Me siento en la parada del autobús. Lloro. Cojo el autobús. Lloro. Cojo el metro. Lloro. Llego al barrio y, sin fuerzas para caminar hasta el piso, cojo un taxi. Lloro. Llego a casa a las 22.03 y al ver mi imagen en el espejo del ascensor, casi lloro. De agotamiento, de tensión y de tristeza por no haber disfrutado del día como esperaba.

Off por hoy. Mañana más y seguro que mejor. Estoy disfrutando de la experiencia y pienso seguir con la misma actitud entregada (para aprender al máximo) y positiva (de que voy a aprobar). Yes we can!

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Postdata. El Gâteau Saint Honoré no es una tarta especialmente difícil. Lleva una base de hojaldre (que ya había dejado listo ayer), sobre el que ponemos un disco de pasta choux. Va relleno de crema pastelera (que también tenía lista desde ayer, sólo tuve que alisarla para ponerla en la manga pastelera). Y finalmente va ribeteado con una corona de petit chouxs con copete de caramelo, rellenos de crema pastelera, y decorado con espigas de crema chantilly. Podeis ver un ejemplo de ello aquí.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Per molts d'anys et pugui animar i compartir els teus esforços, per molts d'anys poguem assaborir al teu obrador les millors tartas Saint Honoré que mai s'han fet a Ciutat. Of course you can!
Una besada molt forta del que te coneix i t'acompanya des de que vas alenar.

Anónimo dijo...

Ánimo Marga! Como dice tu padre, Tu puedes.!
És un esfuerzo más en esta estupenda aventura en la que te has embarcado. Disfrutala a pesar del cansancio y los errores, pues es de ellos de los que estas aprendiendo.
Saldras más sabia, más nueva y como siempre valiente y estupenda.
Como siempre a tu lado.
Feliz dia, my Daisy!

pieintheskybcn dijo...

Ánimo!! Es muy interesante todo lo que cuentas y seguro que todo esfuerzo vale mucho la pena!