De vez en cuando (una vez al mes, por lo menos) me levanto con menos vitalidad que de costumbre. Antes que dejar que el desánimo me invada, intento recordar dos frases. La primera dice "La dicha de la vida no consiste en esperar que pase la tormenta, sino en aprender a bailar bajo la lluvia", porque a veces no queda otra opción que aceptar que las cosas están así, que toca ponerse el impermeable, o coger un paraguas, y salir al mundo. O cantar Unwritten a voz en grito, hasta que crees haber escrito tu esa canción. Feel the rain on your skin no one else can feel it for you...
La otra es el título de un texto precioso y motivador, y que encierra grandes enseñanzas, escrito por Facundo Cabral: "No estás deprimido, estás distraído". Así que me digo: "Chica, tu no estás deprimida, sólo estás aburrida. Haz algunas de las cosas que te ayudan a producir endorfinas y volverás a sentirte feliz. ¿Por cuál de ellas prefieres empezar?"
Cuentan los expertos que la endorfina es una hormona relacionada con nuestro estado de ánimo diario, que el cuerpo segrega de manera natural, y que regula la alegría y la tristeza, el dolor físico (actúa como analgésico natural) y el amor por la vida. Según nuestro nivel de endorfinas, nos podemos sentir eufóricos a pesar de tener un día agotador y al contrario, a pesar de no haber vivido una jornada especialmente complicada podemos sentirnos alicaídos o desalientados. Cuando en nuestro cuerpo circulan más dosis de endorfinas, nos sentimos invadidos por una sensación de felicidad, aumentan nuestras de ganas de vivir, y valoramos cosas que habitualmente parecen insignificantes. Conocer las situaciones que nos ayudan a producirlas es fundamental, pues nos permite reducir el sufrimiento, recuperar una actitud positiva y alegre que nos permita disfrutar de las pequeñas cosas del día a día, y animarnos a alcanzar nuestros sueños.
En nuestro interior, o a nuestro alrededor (y no necesariamente a golpe de talonario) hay un sinfín de experiencias que nos permiten elevar el nivel de endorfinas, cada día como medida preventiva, o en grandes dosis cuando sentimos que entramos en un nivel crítico: preparar o degustar comidas que estimulen los cinco sentidos; escuchar música que nos relaja o que nos activa; buscar la compañía de familia y amigos; poner en práctica un hobby; abrazar, besar, tocar y sentir físicamente cerca a los demás; practicar actividad física moderada como caminar o montar en bicicleta; practicar técnicas de relajación; reir y hacer reir a los demás; ilusionarse con esperanzas y sueños que podemos hacer realidad; recordar sucesos pasados felices; mantener la curiosidad y el interés por temas varios, por lo que pasa a nuestro alrededor; mantener una mirada optimista respecto a nuestro presente y los 'problemas' de la vida diaria, valorando de manera positiva las sensaciones, situaciones, personas y pequeñas alegrías que forman parte de nuestro día a día.
La verdad es que no necesito cavilar demasiado para identificar las actividades que me recargan de endorfinas, hace ya tiempo que tengo claro qué me pone las pilas, el reto radica más en reservarles el tiempo suficiente en el día a día. Entre semana me activa mucho hablar en público, ya sea dar clase, participar activamente en una reunión o realizar una visita guiada, compartir un almuerzo y una conversación interesante, o echarme unas buenas risas con alguien mientras tomamos un café.
Y en días como el de hoy, que es fin de semana y me levanté 'en reserva', acostumbro a hacer lo siguiente: empiezo el día sin prisas, disfrutando de un buen desayuno y algo de lectura (libros, revistas, folletos, prensa atrasada, hasta el tetrabrick me sirve!); buceo un rato por internet en busca de nuevas recetas que me apetece probar; o trasteo por el huerto y retomo el diálogo con la tierra; abro las ventanas para escuchar a los mirlos que se han instalado bajo la morera; enciendo el horno y paso un rato en la cocina, con los altavoces a tope, y bailando un poco; me tomo un aperitivo en la terraza y después de comer, me regalo una tarde de sofá y manta (en invierno, claro!) mirando películas (romántico-lacrimógenas, si necesito 'descargar') leo la prensa del día o actualizo este blog. Frente a otros días en que me encuentro sociable y comunicativa, cuando estoy recargando baterías mantengo una actitud introspectiva, y un tanto antisocial para que negarlo, pues prefiero estar en casa antes que salir; escuchar las emociones que van surgiendo más que poner en marcha conversaciones con terceros, o plantear temas que puedan conllevar discusiones; y priorizo escribir el blog, que me permite ordenar ideas, frente a escribir emails, usar el chat o hacer llamadas.
Hoy, entre otras cosas, estuve leyendo las últimas entradas de Flagante Delicia, el blog de Leonor de Sousa Bastos, y me animé a probar su receta de Muffins de limón y semillas de amapola, que he reconvertido en un bizcocho perfecto para la sobremesa. Y ya que encendía el horno, preparé un pan dulce, siguiendo una receta que aprendí en las clases de cocina de la EHIB, para desayunar mañana. Aquí os dejo las recetas. ¡Resultados garantizados, oiga!
Bizcocho de limón y semillas de amapola
Ingredientes: 100 g de harina de fuerza, 85 g de harina de trigo, 1 cucharadita de levadura en polvo (5 g), 145 g de azúcar, 125 g de mantequilla ablandada, 1 pizca de sal, 100 g de yogur, 2 huevos, 30 ml de aceite de girasol, 15 ml de jugo de limón, cáscara de 1 limón, 10 g de semillas de amapola.
Elaboración: batir el azúcar con la mantequilla y la sal hasta obtener una mezcla cremosa. En otro bol, mezclar los huevos con el aceite y el zumo de limón, y agregar esta mezcla al primer bol, en tres veces, batiendo bien. Añadir la ralladura de limón y las semillas de amapola. Añadir la harina y la levadura. Volcar la masa en un molde engrasado y ligeramente enharinado. Hornear 30' a a 190º C y dejar enfriar antes de desmoldar.
Pan dulce
Ingredientes: por cada kilo de harina de fuerza, 2 huevos, 1/2 litro de leche, 100 gr de azúcar, 100 gr de mantequilla, 50 gr de levadura prensada y una pizca de sal
Elaboración: mezclar todos los ingredientes en un cuenco y a continuación amasar sobre la mesa, unos minutos. Dejar fermentar una hora, o hasta que doble el volumen. Para que la superficie no forme costra, cubrir con un paño húmedo o pincelar la superficie con agua. Desgasar, bolear, dar forma y colocar en un molde engrasado y enharinado. Dejar reposar media hora más. Hornear a 180º, unos 30-45'. Dejar enfriar antes de cortar, mejor si reposa 24 horas.
sábado, 1 de mayo de 2010
Horneando una dosis extra de endorfinas
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6 comentarios:
Yo creo que la harina tiene endorfinas, en serio... ;-) Qué estupendo es el blog de Flagrante Delicia, qué ganas de comprarme el libro!
Delicioso post.
Y un bizcocho apetecible a tope.
Buen día
Nena!! tu desánimo es tu inspiración..., te has explicado increíblemente bien!!!he disfrutado mucho leyendo tu post, tienes tanta razón...
Las endorfinas te las da la felicidad, el deporte, "las drogas", y la última revolución mundial, una cama vibratoria, como te digo, una cama, cuando acaba la sesión de vibración; la sensación es de como si hubieras estado 45 minutos caminando a paso ligero, esto es una primicia mundial, jejeje!!te imaginas en esta cama tumbada y comiendo un trozo de ese bizcocbo que me dice comeme...!!!
jejeje!! besos
Hemos hecho el bizcocho, aun a falta de varios ingredientes(pusimos aceite de oliva en vez del de girasol y sin semillas de amapola...¿¿)y es cierto que vale la pena!
Me has servido de gran ayuda, estoy de capa caída desde hace unos meses, mis motivos tengo, pero con ganas de salir ya de una vez de todo.
Un saludo
@Marci: guapa!!! nos tomamos un café un día de estos? no puede ser estar tan cerca y no echarnos unas risas!!! te acabo de mandar un email :-)
@Ana, Curra, Miriam: si os animais a cruzar el charco, aqui os esperamos!
besos a todas!
marga / aprendizdepanadera
Buenas fotos en "FlagranteDelicia". Me gusta también tu blog; si sigues así deberás quitar lo de "aprendiz" muy pronto. un saludo.
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