miércoles, 27 de junio de 2012

Reinventarse

Debes salir de la ciudad de tu comodidad y entrar en el desierto de tu intuición. Lo que descubrirás será maravilloso, lo que descubrirás es a ti mismo. (Alan Alda)

Por fin es oficial: he aprobado las tres asignaturas de Cocina y Gastronomía de las que me había matriculado este año. Estoy doblemente contenta, por haberme decidido a intentar sacarme el título, y por haberlo logrado, a pesar de mis dudas tras los exámenes prácticos de Pastelería y Técnicas culinarias.

Quiero darle las gracias a las cuatro musas (disciplina, experiencia, inspiración y motivación) que invoqué en septiembre, cuando decidí apuntarme al curso, por ayudarme a permanecer donde mi corazón quiere estar, mantener la dinámica de estudio y presentación de trabajos, y resistir la presión durante la fase de exámenes finales. Ha sido un año de vivencias satisfactorias y mágicas coincidencias, como descubrir el curso el día que acababa el plazo de inscripción, vestir el uniforme de la escuela por primera vez coincidiendo con mi cumpleaños, o la sensación de felicidad que siento durante cada una de las clases prácticas (incluso estudiando). Todo ello me recuerda que voy por buen camino y me genera mucha curiosidad por lo que está por venir... Porque si hace cinco años no existía este blog, me pregunto dónde estaré yo dentro de cinco años...

Creo que no he hablado mucho sobre ello en el blog, pero ante los altibajos económicos y emocionales que me estaba causando la crisis, hace casi un año tomé la decisión de abandonar mi profesión, la que había ejercido durante catorce años. Empezar de nuevo. Reinventarme. Construir el futuro según mis principios y metas. Poner en marcha un plan B del que tantas veces había hablado conmigo misma y con otras personas, y al que otras tantas veces habia renunciado por miedo, por falta de confianza en mi misma, y por falta de apoyo en mi entorno. Por suerte, la vida es cambio y el tiempo pone las cosas (y a las personas) en el sitio correcto: yo he ido ordenando y madurando ideas, he aprendido a escuchar más a mi intuición y mi corazón, y no tanto a las personas que suelen poner pegas a los sueños de los demás (aquellos no se atreven a hacer algo, siempre te dirán que tú tampoco puedes, o eso se dice).

Así que hace un año decidí salirme de la carrera de ratas y construir mis propias normas para la vida. No las escribí entonces, pero creo que más o menos serían éstas:

- Bucear a fondo en mis ideas y sueños para comprobar si es posible convertirlos en mi realidad.
- No dejar (más) para mañana lo que deseo hacer hoy.
- Darle esquinazo a los ladrones de sueños y de tiempo.
- Involucrarme en actividades que me muevan por dentro, que me hagan feliz, que me impulsen a superarme.
- Trabajar lo justo y necesario para vivir, despedir una vida volcada en el trabajo.
- Dedicar mi tiempo a mi proyecto vital y no a los proyectos de mis clientes.
- Aceptar trabajos que vayan en línea con mi proyecto vital o ayuden a adquirir capacidades y habilidades
- Estudiar e investigar lo necesario para poder tomar decisiones con corazón y con razón.
- Dejar brotar la creatividad, sin remordimientos, en el momento que surja
- Imaginar cosas imposibles antes del desayuno y dedicar un rato del día a ver cómo puedo hacerlas realidad.
- Buscar, probar, caer, levantarme y seguir buscando. Las veces que haga falta.
- Escuchar a mi intuición en cada bifurcación que se me fuera planteando.
- Detectar mis propias barreras mentales y enfrentar mis miedos
- No justificar mis decisiones a los demás y tampoco someterlas a mi mente crítica.
- Cantar y bailar los logros, celebrarlos y premiarme.
- Ser feliz con lo que me hace feliz, y punto.

Apostar por los sueños puede parecer muy idílico y molón, reservado a personas idealistas o privilegiadas, aunque en realidad creo que no es así. De hecho quienes no se atreven a cambiar de aires suelen aportar muchas y valiosas razones autojustificatorias del porqué no se atreven a intentarlo y suelen acertar en sus planteamientos, porque empezar de nuevo es un camino arduo y con altibajos, pero no imposible y sobre todo es más doloroso dejar de intentarlo. El plan B no es un camino de rosas pero está en la mano de quien tenga el coraje de hacerlo.

Creo que reinventarse (sobre todo en tiempos de crisis) es un camino reservado a los que tenemos una naturaleza emprendedora, a los inconformistas y a los valientes, porque supone salir de la zona de comodidad, de ese mundo ya explorado donde se puede pasar el día casi en modo automático (yendo hacia adelante por empuje, no por reflexión), ordenado (de casa al trabajo y del trabajo a casa) y reactivo (estar al servicio de las voluntades de los clientes, o reclamando que otros resuelvan nuestras necesidades (papá estado, los subsidios por desempleo, los familiares). Salir de esta zona de comodidad supone salir a explorar el mapa del mundo desconocido que nos está llamando, dar un salto de fe hacia el futuro confiando plenamente en nuestra capacidad para crear y superar obstáculos, reconectar con la fuerza y poder innatos que permitirán que nazca el proyecto, y también abrirse a eliminar limitaciones e integrar nuevos recursos y alternativas de pensamiento para que trabajen a favor del proyecto y no en su contra.

Por el tramo que he recorrido me parece más duro mantener la decisión que iniciarla, porque aunque al principio nos impulsa el entusiasmo, luego el camino se vuelve más monótono y solitario y exige un esfuerzo de disciplina y centramiento en uno mismo cuando aparecen distracciones o falla la motivación. Además hay que tener entereza para ser leal a las decisiones (a pesar de las tentaciones, que siempre surgen) y conservar la esperanza a pesar de que los nubarrones de vez en cuando tapen el horizonte. También requiere confianza en uno mismo y en la vida, y humildad para recibir las lecciones (como las que aprendí en el examen de pastelería).

En mi caso, el salto al Plan B ha supuesto asumir que debo vivir en la incertidumbre, empezar a tomar decisiones y desarrollar nuevas actividades y habilidades que me acercan hacia donde quiero ir, lo que a menudo me ha mostrado algo de mí que no sabía, mis fortalezas y debilidades internas, y me llevado hasta mis límites y me ha forzado a saltarlos, pero a la vez me ha hecho sentir viva, feliz, libre y responsable completamente de mi vida.

Porque nuestra vida depende única y exclusivamente de una sola persona: nosotros mismos. Nadie puede vivir mi vida en mi lugar, así como yo no puedo dedicar mi vida a cumplir los sueños de otros o intentar completar sus vidas. Igual que nadie puede soplar las velas de mi tarta de cumpleaños porque nadie más que puede hacer realidad mis sueños.

Algunos de mis deseos de cumpleaños ya se han hecho realidad en estos meses, pero a partir del lunes empieza a cumplirse otro de ellos. Un sueño delicioso. Ya os iré contando...

3 comentarios:

Cuina Cinc dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Cuina Cinc dijo...

Moltes felicitats pels aprovats i per aquestes meravelloses reflexions!!
un bon dia!! plenamnet d'estiu!!

Asier dijo...

Suerte en tu nuevo rumbo, yo me uno a las estadísticas de los que dejaron un bonito trabajo y un bonito sueldo por ir en busca de algo que te llene por dentro, que sirva para ti y para tu crecimiento como persona.

Nos hace falta mucho menos dinero para vivir del que creemos que necesitamos.