viernes, 19 de julio de 2013

Desayuno en cinco actos

Regreso momentáneamente al blog (que tengo inactivo estos meses porque estuve completando mis asignaturas de cocina y panadería, y ahora ando trabajando como pastelera) para comentar una experiencia que he vivido recientemente: he disfrutado del mejor desayuno del mundo, según los expertos de Senzone (Madrid Fusión 2004), que puede degustarse en el emblemático Hotel Hospes Maricel (5*), en Cas Català (Mallorca).

Una delicia culinaria en cinco actos.

Disfrutar de una mesa en la terraza, con vistas de primera línea a la bahía de Palma, en una mañana tranquila y soleada de verano, entre semana, y con la mejor de las compañías, ya es de por sí una experiencia. Pero si además sabes que tienes por delante dos horas de placer gastronómico, probando sin prisas una degustación meditada y equilibrada, el día promete.

Y así fue! Disfrutamos de un desayuno inolvidable.

Nos recibieron con un trío de zumos: mango, frambuesa y naranja, seguido de una tabla con cinco vasitos de frutas, que estaba compuesto por piña con cardamomo, yogur de fresa con coulis de frutos rojos, melón con tomillo, higos con reducción de naranja y jengibre, fresas con nata, y crema con coulis de mango.

De todos ellos, me quedo con el último, equilibrado, contrastado, redondo.


A continuación nos sirvieron unas tostadas de pan blanco e integral acompañadas con una tabla de cremas para untar, dulces y saladas: mantequilla de fresa y de mostaza antigua, mermelada de calabacín, crema de aceitunas negras y pasta de chocolate con crujiente de cacahuete.

De todas ellas, la más sorprendente, para mi gusto, fue la de mostaza antigua... mmm
La tabla salada estuvo compuesta por un sandwiche de brie con mantequilla de trufa, una coca de trempó con jamón ibérico, una albóndiga de morcilla y pipas, un minicocarroi, medallón de foie con chocolate y chutney de manzana sobre pan de especias y plátano, y finalmente kataifi de chistorra.

Nos sorprendió el sandwich... Inolvidable! 

El plato principal, que fue regado con un tinto de Santa María (Mallorca), consistía en un huevo cocinado a baja temperatura con crema de calabaza y setas salteadas. Para acompañar, pan de chorizo.

Inesperada pero exquisita, esta propuesta. Quizás algo contundente dada la temperatura del día, pero francamente muy acertada en cualquier otro momento del año.


Y para acabar, una tabla dulce compuesta de miniensaimada de crema, financier de frutos secos, minicrespell, minigató relleno de albaricoque, brownie.

Fue difícil encontrar un hueco para probarlo todo pero por suerte, la tabla dulce estaba acompañada por un minicapuccino y un surtido de digestivos compuesto por chocolate blanco al enebro, chocolate negro a la canela, y una infusión.


En conjunto, una experiencia única, por el entorno, el servicio y la oferta en general que es sorprendente, aunque si la observamos con detalle, diría que su calidad es algo irregular para mi gusto pues junto al delicioso sandwich de brie o el medallón de foie con chocolate, llamaban mucho la atención por convencionales la chistorra y el cocarroi, francamente convencionales.

Finalmente dos observaciones: el surtido de panes y la tabla de minibollería, me parecen mejorables: las tostadas de pan blanco e integral me parecieron industriales y el financier estaba algo seco. Parecen detalles sin importancia, pero estos detalles importan si hablamos del mejor desayuno del mundo.

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