La casa huele esta tarde a pan dulce, lo cual es síntoma inequívoco de que agosto quedó atrás y empieza el año escolar: vuelta al trabajo, con nuevos retos, otros compañeros de pupitre y una moleskine de los sueños a punto de ser estrenada. Retomo la panadería tras un agosto viajero, sabroso, colorista y repleto de pequeños placeres, como creo que reflejan las fotos de la escapada a Berlín. Por delante, treinta días de septiembre que huelen a cambios, ilusiones por concretar, amor&risas y probablemente sorpresas, porque la vida es siempre más divertida de lo que alcanzo a imaginar.
Y mientras busco una chaqueta para disfrutar de la puesta de sol, se me ocurre que también es el momento ideal para refrescar la masa madre de la nevera y experimentar otros panes, para las últimas cenas en la terraza y para una fiesta de cumpleaños a todo color, bajo la morera de casa, que es nuestro árbol de los amigos.
El árbol de los amigos.
Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices
por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro camino.
Algunas recorren el camino a nuestro lado, viendo muchas lunas pasar,
mas otras apenas vemos entre un paso y otro.
A todas las llamamos amigos y hay muchas clases de ellos.
Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza uno de nuestros amigos.
El primero que nace del brote es nuestro amigo papá y nuestra amiga mamá,
que nos muestra lo que es la vida.
Después vienen los amigos hermanos,
con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer como nosotros.
Pasamos a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y deseamos el bien.
Mas el destino nos presenta a otros amigos,
los cuales no sabíamos que irían a cruzarse en nuestro camino.
A muchos de ellos los denominamos amigos del alma, de corazón.
Son sinceros, son verdaderos.
Saben cuando no estamos bien, saben lo que nos hace feliz.
Y a veces uno de esos amigos del alma estalla en nuestro corazón
y entonces es llamado un amigo enamorado.
Ese da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos a nuestros pies.
Mas también hay de aquellos amigos por un tiempo,
tal vez unas vacaciones o unos días o unas horas.
Ellos acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro,
durante el tiempo que estamos cerca.
Hablando de cerca, no podemos olvidar a amigos distantes,
aquellos que están en la punta de las ramas
y que cuando el viento sopla siempre aparecen entre una hoja y otra.
El tiempo pasa, el verano se va,
el otoño se aproxima y perdemos algunas de nuestras hojas,
algunas nacen en otro verano y otras permanecen por muchas estaciones.
Pero lo que nos deja más felices es que las que cayeron continúan cerca,
alimentando nuestra raíz con alegría.
Son recuerdos de momentos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestro camino.
Te deseo, hoja de mi árbol, paz, amor, salud, suerte y prosperidad.
Simplemente porque cada persona que pasa en nuestra vida es única.
Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros.
Habrá los que se llevarán mucho,
pero no habrán de los que no nos dejarán nada.
Esta es la mayor responsabilidad de nuestra vida
y la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad.
(poema atribuido a Borges)
miércoles, 1 de septiembre de 2010
Abierto
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7 comentarios:
Hola, que alegría leerte de nuevo. Y es genial que tu verano haya sido fantástico. Las fotos de Berlin, impresionantes. Nosotros estuvimos hace 2 años, y la ciudad nos sorprendio muchisimo, la cupula del parlamento es espectacular. Un abrazo.
Feliz regreso, me ha encantado el árbol de los amigos ya que este verano he tenido una gran decepción en ese campo y lo pasé mal, debía ser eso...alguien ocasional, pero el olor a pan dulce me ha animado mucho...Besos
Oh, que poema más bonito, gracias por compartirlo!
Bienvenida.Encantada de leerte de nuevo.
Las fotos muy chulas, pero no te veo en ellas...
Besos
@Yolanda, sí la cúpula es espectacular, al menos de noche cuando yo la visité...
@Cati, ánimos, seguro que algo bueno sacas de eso, que nada pasa por casualidad...
@Marci yo no salgo en als fotos porque ya me conozco bien....te echo de menos. ¿cuando quedamos? tenemos que ponernos al día no??
Besos a las tres, buen finde!
Es un poema precioso. Y me ha venido muy bien, porque este fin de semana me he encontrado con algunas de esas hojas: hojas distantes, que están n la puntas de las ramas, por la distancia, por el tiempo... y que de pronto se encuentran, y estallan de alegría. Y hojas nuevas, que aparecen así, y se quedan a vivir en el árbol.
¡qué bonito!
En cuanto llegue a casa, me asomo pr aquí a olisquear a ver qué tienes, que me da que me voy sorprender gratamente.
hi aprendiz de panadera, me hace bien leer tu blog y por lo tanto disfrutar de tus post, me encanta el pan especialmente si es casero, te perdi de vista por algun tiempo pero thanks God...siempre te vuelvo a encontrar y eso es saludable, saludos desde la gran manzana
Mª Angeles, Alejando, gracias a ambos por vuestros comentarios. Espero que todo os vaya bien por allí, Málaga y Nueva York, qué lugares tan distintos, qué formas de vida tan diferentes tenemos los tres probablemente, y sin embargo me alegra saber que algo tan sencillo y humilde como hacer pan casero nos une :-)
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