Podría callejear durante días por Barcelona, sin mapa ni cicerone, y no sentirme perdida. Aunque no haya vivido nunca allí, siento la ciudad cercana, hogareña, amigable. Cualquier barrio me resulta atrayente. Podría caminar durante horas, fascinada por plazas, calles, rincones, elementos arquitectónicos, escaparates varios y por supuesto por el mercado de la Boquería.
Estuve allí esta semana por cuestiones de formación. Durante mi deambular errático me encontré con el Barcelona-Reykavik. Un simple y enigmático rótulo me hizo cambiar de acera, sin saber realmente en qué consistía el establecimiento. Cuál fue mi sorpresa al descubrir un obrador de pan orgánico, de pastas y pasteles de espelta, trigo y cebada molidos a la piedra, a los que añaden hierbas y frutas de cultivo ecológico, sin refinados ni aditivos.
Fascinada ante el descubrimiento, estuve un rato observando el local y todo lo que ofrecía. Y de pronto tuve una revelación: cuando sea mayor quiero tener un lugar como ése: auténtico. Cuando pude reponerme de la sorpresa, acerté a comprar medio pan de espelta con semillas y las cuatro pastas (brownie, brioche, de limón y jauai) que ilustran este post y que por cierto, estaban riquísimas.
¿Te intesa saber dónde está? Pues para averiguarlo, deberás callejear por el Raval...
2 comentarios:
Hola! Creo que esa panadería en el mundo de la blogosfera se está haciendo muy habitual, y me alegro, porque los sitios así de buenos necesitan darse a conocer.¡¡¡Qué pena que cuando visité Barcelona y sobre todo el Raval, donde me alojaba, no la descubriera!!!
Yo de mayor también quiero un lugar como ese.
Me acabo de comprar una máquina de pan. Todavía no la he sacado de la caja y gracias a tu blog estoy descubriendo un mundo de posibilidades.
Ya te contaré cuando la estrene !!!
Publicar un comentario